Con motivo del 8 de marzo, día de la mujer trabajadora, desde nuestro grupo municipal reivindicamos la igualdad como un tema interdisciplinar e interdepartamental. Y dos cosas que nos parecen fundamentales remarcar son la lacra social de la violencia de género, y la brecha salarial entre hombres y mujeres y el techo de cristal, que creemos están directamente relacionados.
Nosotras hoy queremos hablar de la brecha salarial y del techo de cristal. Jamás aceptaremos que se diga que la mujer empezará a sentir igualdad cuando empiece a trabajar. La mujer lleva trabajando toda la vida, y se tiene que valorar lo que ha hecho. Tras su incorporación al mercado laboral la mujer ha seguido trabajando muy duramente, en casa y fuera de ella, muchas veces con un trabajo no remunerado, que es el que tenemos que empezar a visibilizar.
De la igualdad legal, debemos pasar a la igualdad real. A igual trabajo, igual salario, y así está recogido en las leyes. ¡Cuántas veces hemos escuchados estas dos frases! Pero necesitamos lanzar preguntas para resolver el problema. ¿Por qué siendo mayor el número de mujeres con licenciaturas y doctorados, siempre elegimos carreras de letras, que después tienen un menor valor laboral y salarial? ¿Por qué son generalmente las mujeres las que renuncian a su trabajo, piden una excedencia o una reducción de jornada? Abramos un análisis para saber qué es lo que sucede. No se nos puede criminalizar por tener un impulso. Por decidir quedarnos en casa al cuidado de nuestros hijos o de nuestros mayores. Por elegir carreras menos técnicas. Tenemos que tener derecho a decidir si queremos hacerlo, pero el problema viene porque los cuidados no se valoran, y se deberían valorar.
La brecha salarial es casi inexistente hasta los 35 años, que es cuando aparecen las cargas familiares. En países del norte de Europa en los que la igualdad tiene una política trabajada e intensa y las mujeres ocupan un alto porcentaje de cargos directivos, en cuanto tienen cargas familiares la mayoría de quienes cogen bajas o excedencias para el cuidado de hijos o de mayores son las mujeres. Y aquí hilamos con el techo de cristal, inexistente en esos países, hasta que la mujer decide asumir las cargas familiares.
La mujer tiene que tener derecho a elegir qué quiere hacer, si seguir su instinto o no. Y entre todos deberíamos buscar una solución para que la decisión, el impulso de dedicarnos al cuidado de los nuestros no nos perjudique a las mujeres ni labolarmente ni económicamente.
Nuestro grupo municipal es el único de este Ayuntamiento conformado íntegramente por mujeres. No estamos haciendo demagogia. Sabemos muy bien de lo que hablamos.